Hablemos de duelo en colegios e institutos
El pasado martes, 22 de abril, Vida y pérdida, a través de Belén y Araceli, impartió un taller para la Escuela de familias del Colegio Juan Ramón Jiménez de Las Palmas de Gran Canaria. Con el título de “La infancia y adolescencia ante la muerte y el duelo” compartimos con las familias sus inquietudes acerca de este asunto que tanto nos incomoda como es hablar de la muerte y de la repercusión que tiene en el entorno cuando afecta a nuestros hijos/as.
Dentro de las instituciones educativas, las escuelas de familias formadas, bien a partir de las AMPAS o de la propia inquietud de los docentes, son espacios importantes para el desarrollo de la infancia y la colaboración de las familias en su formación como personas. En estos talleres se plasman las preocupaciones sobre el desarrollo evolutivo de los niños/as y la implicación de padres y educadores para el progreso de sus personalidades. Así, la preocupación de este taller estaba en acercarse a la vivencia de muerte en los menores, para el apoyo desde familia y colegio juntos.
Para hablar de la muerte en la infancia tenemos que tener interiorizada nuestra propia vivencia de muerte como adultos. La experiencia de vida del docente le dará, por si sola, una seguridad en el acercamiento hacia el menor que vive la muerte en el seno de su familia. De la misma manera, para un padre o madre que quiera acercarse, o responder a las preguntas naturales de su hijo/a sobre la muerte, tendrá que haber elaborado su experiencia vital con la muerte, quizá con sus propios padres, hermano, amigo íntimo o haber vivido la muerte de algún compañero de clase en su infancia. Además, como responsables de la educación en valores en la infancia, también nos podremos formar y sobre las edades evolutivas a través de estos talleres que faciliten nuestro acercamiento a los estudiantes de todas las edades.
Los adultos queremos proteger a los niños de todo lo que les produzca sufrimiento, a pesar de que no sólo se encuentra sentido a la vida a través del placer. El sufrimiento y la muerte son situaciones difíciles por las que el ser humano tiene que pasar en algún momento de la vida y esto es algo que no podremos evitar a nuestros hijos ni alumnos. Nuestros niños y jóvenes no están preparados para todo lo que es inevitable y produzca dolor porque les cuesta aceptar una negativa y tienen poca capacidad de frustración.
Es curioso que, en el colegio que está lleno de vida infantil y juvenil, la muerte es dada de lado, no se habla de ella. Para los educadores es demasiado duro y quizá porque no se ha formado a los maestros en estos asuntos. Si se aborda la educación sexual, por qué no abordar la muerte, cuando sabemos que es un hecho cierto que ocurrirá. Al docente le resultará más fácil cuando más formado esté, cuanta más información personal y relación fluida tenga con su alumno/a. De igual manera, la familia siempre informará al tutor/a sobre cualquier acontecimiento vital que ocurra, bien al inicio del curso o en su transcurso. Incluso si ha pasado en el verano, será fundamental la visita al tutor del curso para ponerle al tanto de lo que ocurre en el seno de la familia: una enfermedad del padre, una cirugía del padre, una enfermedad del abuelo que habrá que atender o un problema de salud del propio niño que haya que cubrir. Todo ello girará alrededor del niño e influirá en su crecimiento personal. Y, si ocurre alguna muerte, con mucho más motivo.
En su obra “Los niños y la muerte” Elisabeth Kübler Ross dice “Habría que preparar a los niños para la muerte mucho antes de experimentarla, tanto si se trata de su propia muerte, como de la otra persona”. Educadores y padres tenemos que aprovechar la curiosidad natural del niño sobre la muerte porque, lo queramos o no, lo supongamos o no, el niño capta lo principal de la muerte y tenemos que estar ahí para responderles de forma adecuada a su comprensión.
Y, al fin y al cabo, todo se basa en la calidad de la comunicación, verbal y no verbal que tengamos con nuestros menores. Por ellos, padres y educadores tienen que fomentar la conversación fluida y abierta desde los primeros años de vida, con nuestros gestos y expresiones (comunicación no verbal) como en edades más avanzadas en donde la comunicación verbal se hace de forma más abierta.
En los colegios podemos trabajar con el alumnado la comprensión de la muerte empleando actividades ajustadas a su edad evolutiva. Nombramos aquí algunas técnicas como:
Narrativa en sus diferentes formas
Música y canciones
Literatura (poemas, cuentos, historias)
Juegos y materiales manipulativos
Teatro con marionetas
Cine fórum
En definitiva, se trata de hablar y acompañar a nuestros hijos y alumnos en el hecho de la muerte que es tan cierto como la vida misma. Recordamos aquí nuestras entradas al Blog de Vida y pérdida donde tratamos el tema: