El final del verano o volver a empezar

Parecen los títulos de una canción: El final del verano y de una película: Volver a empezar. Para ambos casos supone el final de una etapa y el inicio de otra. En definitiva, es el reencuentro con nuestra cotidianeidad, costumbres o rutinas después del espacio estival que se iniciaba en junio con la llegada del verano y las vacaciones.

Quizá sea momento para hacer un primer balance desde donde veníamos y hasta dónde hemos llegado en este verano. Y también de comprobar cómo hemos acabado este tiempo y qué nos proponemos para este inicio de curso. Al igual que en Navidad marcamos una nueva etapa, muchas familias se plantean el año nuevo con el nuevo curso en septiembre. Y, avanzando un poco más, ya estarán con nosotros las navidades antes de que nos demos cuenta de ello. Cerramos una etapa e iniciamos otra, en definitiva, continuamos con nuestra vida y nuestro duelo, poco a poco.

Cuando estamos en duelo, al principio del verano nos vemos obligados a recolocar temporalmente a nuestro ser querido en ese tiempo de las últimas vacaciones vividas, los lugares donde solíamos ir con él, los momentos de risas y juegos en la playa con él o ella, aquel viaje a Venecia con los amigos, las últimas correrías con las gallinas en el pueblo, aquellos campings tan disfrutados o los fuegos de acampada en la playa en los que nos envolvía el aura del camping gas… tantos y tantos recuerdos que se agolpan con el buen tiempo.

Ahora, iniciamos septiembre y continuamos el camino. Y ¿cómo seguir?: Volver a las rutinas, llevar a los otros hijos al colegio, reencontrar al jefe y otros compañeros de trabajo que harán la temida pregunta de “¿Y qué tal estás, algo mejor…?” O quizá empezar a pensar en nuevas actividades que nos separen, a ratos, del dolor que nos produce el vacío y la ausencia de nuestro ser querido con la vida que continua.

Por un lado, las rutinas nos ayudan al situarnos en lo conocido, nos separan de la incertidumbre, nos dan seguridad y nos anclan a la realidad. Y también, cuando estamos en duelo, pensar en nuevas aficiones, nos separa del dolor que nos produce la ausencia de nuestro ser querido y esto nos alivia momentáneamente, lo cual nos ayuda a recomponer cierta energía para sobre llevar el día.

¿Qué recursos podemos emplear para que volver a la realidad nos produzca un dolor menos intenso que antes o durante el verano? ¿Realmente hay algo que nos pueda ayudar? Si confiamos en que las rutinas ayudan, volvamos a ellas con algunos ejemplos:

Volver al gimnasio

  • Encontrarnos con las personas que allí dejamos.

  • Fijarnos en qué personas nuevas aparecen allí.

  • Hablar con los desconocidos, qué les motiva a ir, qué quieren conseguir.

  • Con los conocidos, comentar con naturalidad cómo hemos estado.

Vuelta al trabajo

  • Hablar de nuestro verano con los compañeros, aunque no nos pregunten y curiosear en el suyo.

  • Hablar con nuestro responsable si consideramos necesario nuestra incorporación progresiva o a tiempo parcial, quizá la primera semana.

  • Tomar unos minutos de descanso si estamos agobiados o sentimos que nos falta aire diciendo, simplemente, “disculpad, voy al aseo un momento (o a la puerta de la calle, al patio, etc.)”

Vuelta al colegio

  • Llegar un poco antes de la hora punta de entrada y hablar con el/la profesora.

  • Ir a la salida un poco después de la hora punta de salida.

  • Saludar cortésmente y separarse de la marabunta de familias.

Retomar espacios de cuidado e intimidad

  • Volver a los paseos en silencio por el parque, donde uno puede descargar emociones y sentir.

  • Retomar pequeñas metas que nos planteamos en nuestro recuerdo.

  • Continuar con las actividades de apoyo y conexión: la ayuda profesional, el grupo de apoyo o las clases de yoga.

Estas son algunas sugerencias que se podrán adaptar según la situación de cada persona en duelo. De cualquier manera, en Vida y pérdida sabemos que lo más importante es no plantearse grandes retos a conseguir, sino marcarse pequeñas metas que sentimos a nuestro alcance. Que las logramos, pues bien. Que no salen como habíamos planeado, no importa, las hemos pensado y eso ya es un logro muy grande, según el momento de duelo en el que estemos.

Por esto, si no lo hemos conseguido, no importa. Mañana será otro día…

Ánimo…

Fuerza…

¡Adelante!