Duelo y depresión

En nuestro trabajo diario con personas en duelo, nos preocupa el desconocimiento que existe sobre algunos conceptos de salud mental y, en concreto, con la posibilidad de patologizar un proceso natural como es el duelo. En este mes de enero se conmemora el día de la depresión, enfermedad que se asocia al proceso de duelo. Por eso, queremos hablar de la diferencia entre ambas y analizar los motivos por los que se confunden a la hora de tratarse.

Duelo y depresión tienen una clara diferencia contextual, todos hemos pasado o pasaremos por diferentes procesos de duelo a lo largo de nuestra existencia, mas no todos sufriremos una depresión. Ambos generan un estado de ánimo decaído, implican emociones intensas, están asociados a alteraciones del comportamiento, del grado de actividad y del pensamiento. Sin embargo, son muy diferentes desde el hecho que marca el motivo de esta experiencia. El duelo es un proceso natural que el ser humano pone en marcha para afrontar un hecho complejo en su vida y la depresión es un proceso emocional que aparece sin la necesidad de un evento previo que lo desencadene, sino por un trastorno del estado de ánimo.

Así, el duelo es el proceso natural del ser humano que vive una pérdida irreversible, como puede ser la muerte de un ser querido. La persona tiene que aprender una nueva forma de vivir sin una de las principales fuentes de motivación vital. Este hecho conlleva afrontar lo acontecido y aparecen diferentes reacciones tanto físicas como psicológicas: pensamientos, alteraciones somáticas, comportamientos, emociones intensas como la tristeza, la culpa, la ira… Todo forma parte de una reacción natural y va a estar en relación con:

  • el tipo de pérdida como muerte, separación, huida del país de origen…

  • la vivencia que rodea a la pérdida, que a veces sucede de manera traumática y otras veces esperada,

  • la relación que existía, es decir el peso en la vida de la persona.

Dependiendo de estos aspectos, en los primeros momentos aparecen unas reacciones más o menos intensas que pueden generar estados de bloqueo, shock emocional o incluso sensación de irrealidad. El tiempo que trascurre en este proceso no está definido, existe una vivencia del dolor más agudo de los primeros meses ya medida que transcurre el tiempo, y lo que se va realizando en ese tiempo, el dolor se vuelve más continuo, pero de una forma menos agudo. El duelo puede durar más o menos años y es cambiante ya que el dolor se integra aprendiendo a vivir con lo ocurrido.

La mayoría de las personas somos capaces de recomponernos de un duelo. Necesitamos dar un espacio a nuestro dolor e integrar en nuestra vida lo sucedido, llegando a crecer en el proceso. La persona puede requerir un espacio terapéutico, ya sea individual o en grupo, o en ocasiones necesitar medicación. Especialmente al principio, es necesario dar espacio y tiempo a esas reacciones psicoemocionales que aparecen y no está recomendado el uso de antidepresivos, pues pueden inhibir la expresión natural de la persona ante el dolor de los primeros meses. 

La depresión, por el contrario, no tiene una causa que perciba la persona o que pueda dar razones del estado anímico depresivo que maneja su salud. Este estado emocional depresivo se vive de manera continua y persistente, al contrario del duelo, con incapacidad para experimentar emociones agradables. Es un trastorno de la salud mental, que si no es acompañado de un tratamiento farmacológico y psicológico, por sí solo no se desvanece con el tiempo. Se necesita medicación y un espacio para manejar los sentimientos y pensamientos que llevan a la persona a ese estado. 

Hay ciertos desencadenantes que pueden llevar a la persona a este estado depresivo, pero no son suficientes para desarrollar una depresión mayor. Así, la mayoría de los duelos no necesitan un tratamiento y la depresión sí lo necesita. El duelo necesita un espacio en el que dar salida a todas las emociones y sensaciones que se viven en el proceso. La depresión necesita tratamiento psiquiátrico y psicológico combinado. 

Esto no quiere decir que la medicación no esté recomendada para un duelo, es algo a valorar por el profesional. Los antidepresivos inhiben la expresión de ciertos afectos que, si se pautan en los primeros momentos tras la pérdida provocan un bloqueo de emociones intensas necesarias para la expresión del dolor. Cuando nos preguntan sobre cuándo tomar medicación, desde Vida y pérdida podemos decir que, al principio lo más importante es cuidarnos en lo físico: tener un buen descanso y sueño reparador, hábitos saludables del sueño y la alimentación, bajar el nivel de angustia… cuidar estos aspectos nos ayudarán a tolerar mejor el inevitable dolor en el comienzo del duelo. Al principio sobreviviendo y más adelante aprendiendo una nueva forma de vivir. Si pasado un tiempo, uno siente que el dolor le abruma demasiado, tanto que le invalida de manera intensa, es importante pedir ayuda desde el médico de atención primaria, y a psiquiatría, con el fin de evaluar un tratamiento y derivarle a profesionales con experiencia en el acompañante a personas en duelo.