Hablemos de suicidio

En foros profesionales hablamos desde hace tiempo de las consecuencias de la pandemia que iban a aflorar en el ámbito de la salud mental y, en este último año, han sido notorias especialmente en jóvenes. A la vez, se ha puesto de manifiesto la escasez de recursos públicos para hacer frente a los problemas de salud mental, lo que produce una importante brecha en la sociedad.

Con la conmemoración del día internacional del superviviente por suicidio, en este año el 20 de noviembre, los medios de comunicación y las redes sociales se han hecho eco del aumento de suicidios en el último año. El suicidio es la primera causa de muerte no natural en España: 3.941 suicidios en el año 2020, se estima que uno cada dos horas y media. Sin duda, esto es una alerta para la comunidad sanitaria en salud mental y conciencia en la importancia de la prevención.

El suicidio no viene provocado por una única causa, si no que son varios los factores que llevan a la persona a tomar la decisión de acabar con su vida: puede haber una enfermedad psiquiátrica de base, pero no siempre. Lo que es seguro es que detrás de cada persona que intenta suicidarse, hay alguien que necesita dejar de sufrir y, en un momento agudo, decide poner fin a su vida. En la vivencia del dolor hay una parte muy íntima y personal que no se comparte. A veces uno tiende a retraerse y, a pesar de tener familia y amigos que ayudan, la persona vive en una gran soledad que no siempre le permite percibir ese apoyo. En ese momento, la visión es de un túnel donde la única alternativa para acabar con el sufrimiento es el suicidio. No sólo depende de lo que familiares y amigos pueden hacer: no se enseña a identificar signos de alerta que pasan desapercibidos y, cuando se da el suicidio, éste es silenciado en la falsa creencia de que si no se habla de ello, no existe. Somos los profesionales de la salud los que tenemos que sensibilizar a la sociedad sobre todo ello.

En Vida y pérdida sabemos que las personas que sufren la muerte de un ser querido por suicidio, viven un proceso de duelo especialmente complejo, con características diferentes y específicas. Algunas de ellas son:

  • Ocurre de manera imprevisible, rápida y precipitada, sin dar tiempo de reacción.

  • Existe un estigma social importante en la sociedad. Durante años ha sido muy castigado y esto hace que no se hable del tema: no se dice la causa de la muerte por vergüenza.

  • No se llegan a conocer los motivos que llevan al suicidio, lo que genera en los supervivientes preguntas y pensamientos reiterados sobre lo ocurrido, con sentimiento de culpa.

Los primeros momentos del duelo, se viven con gran impacto emocional. Hay muchas preguntas que permanecen en los supervivientes, recorriendo todo por lo que la persona podía estar viviendo para llegar a ese acto. Aunque previamente se hayan vivido intentos de suicidio, uno nunca se lo espera, lo que se vive con gran impotencia. Es importante dar un espacio a todas estas preguntas y construir una hipótesis cercana a lo ocurrido para poder dar paso al proceso de duelo. Y para todo ello se necesita tiempo.

El duelo es individual y muy personal, pero existen reacciones y sentimientos comunes a todos los supervivientes por un suicido y verse comprendido por otros que viven en las mismas circunstancias, puede aportar cierta serenidad. En Vida y pérdida puedes encontrar apoyo, así como en otros recursos que facilitamos a continuación:

Recursos para la prevención del suicidio:

Asociaciones de superviventes por suicidio:

Lecturas testimoniales de supervivientes por suicidio

  • Lo que no tiene nombre - Piedad Bonnett. Editorial Alfaguara.

  • Vacunas para un duelo - Francisco Javier Jiménez Sáiz. Grupo editorial Círculo Rojo