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La enfermedad crónica en el adulto

Desde 1948 se conmemora el 7 de abril el Día Mundial de la Salud. Desde entonces, la Organización Mundial de la Salud lo reseña para concienciarnos sobre ella. En este año 2022, la OMS relaciona la salud de las personas y la de la Tierra con su lema: “Nuestro planeta, nuestra salud” vinculando los problemas ambientales, la situación de pandemia y el aumento de enfermedades. Proteger la salud de las personas implica atender a distintos aspectos como el cuidado de la Naturaleza, la alimentación. En Vida y pérdida nos ocupamos de la salud mental y de los recursos a desarrollar cuando aparece la enfermedad crónica.

En blogs anteriores hablamos del impacto de la enfermedad y de cómo afecta cuando aparece en niños, tanto a ellos como a sus progenitores o cuidadores principales. Hoy atendemos a las necesidades del adulto y de su entorno cuando se le diagnostica una enfermedad crónica, incurable o degenerativa.

Son situaciones difíciles de tener una enfermedad renal que se agrava y nos dicen que hay que ir al hospital tres días por semana para hacerse diálisis; estar en un tratamiento de cáncer que obliga a ir a una sala con otras personas, y sin ganas de nada, esperar a que acabe el bolo de medicación; descubre una enfermedad poco frecuente que afecta a nuestra vida de manera tan radical que se necesita de la ayuda de otros para todo. Desearíamos que nada de esto fuera así, querríamos no ir tantas veces al hospital, pasar por tantas consultas, depender de cuidados médicos. Y no hay alternativa. Es, entonces, cuando atendemos a nuestra realidad, comenzamos a afrontar y nos planteamos cómo convivir con la enfermedad.

Algunos aspectos a tener en cuenta ante la enfermedad:

En este afrontamiento es importante nuestra personalidad, la forma de ser de la persona. Nuestra mayor o menor capacidad de frustración ante una situación tan importante como ésta, nos ayudará a aceptar la noticia con el torbellino de emociones y sentimientos que supone: enfadarnos, tener miedo, nuestro ánimo que decae… y reacciones como negarla, activarnos, aislarnos…

Tras el diagnóstico, antes de todo, tendremos que recibir información precisa de lo que nos afectará en nuestra vida diaria. Sólo con una información precisa y cualificada podremos aliviar la incertidumbre y la ansiedad que sentimos en estos primeros momentos. La información deberá venir dada por el/la especialista y nos abs tendremos de buscar o contrastar esa información en medios no seguros de internet o redes sociales.

Podremos buscar organizaciones de pacientes que tengan que ver con la enfermedad que nos afecta. En ellas podremos tener un apoyo importante para saber cómo cuidar de nuestra enfermedad y de nosotros mismos. Es importante aliarnos con ella para aceptarla y darle todo lo que necesita de forma que podamos estar lo mejor posible.

En la medida en que sepamos lo que necesitamos, organizaremos nuestra vida en función de ellas y pondremos todos los elementos a favor: nuestros hábitos, establecer nuevas rutinas, readaptar nuestras aficiones, pensar en otras nuevas que nos den satisfacción y que quizás tuviéramos olvidadas, como puede ser la lectura o la música, que tiene un poder sanador en el estado de ánimo. Como dijo Cervantes: "La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu"

Es importante comunicar a los demás la nueva situación y lo que necesitamos, ya sea en nuestro propio hogar como en nuestro entorno más cercano: poner un sillón más cómodo en la casa, llamar a un amigo para tomar un café, organizar la recogida de los niños del colegio, pedir la compañía de una amiga para salir a hacer el ejercicio diario…

Explorar nuestras fortalezas ya que son nuestra mejor baza para avanzar en nuestro cuidado. Por ello, no perder de vista lo que queremos y podemos alcanzar en el proceso. Ponernos objetivos, metas cortas y alcanzables. Por ejemplo: Partimos de nuestra fortaleza la constancia y nos ponemos de meta andar una hora al día, haremos el plan para una semana, y día a día incrementaremos el tiempo de paseo.

Y, en la base de todo ello está el cuidar de nosotros mismos. El autocuidado lleva implícito conseguir sentirnos lo mejor posible, tanto en lo físico como en lo emocional. Tenemos que darnos tiempo, pararnos a pensar, observarnos y tomar conciencia de nosotros mismos, de aquello que nos importa y qué tenemos que hacer para obtenerlo: hablarnos lo mejor posible, no ser autocríticos y bajar la autoexigencia. Manejar, en la medida de lo posible, los pensamientos negativos que nos paralizan y no nos ayudan.

Y, si hay algo que puedan darnos otros, pediremos ayuda a nuestro entorno, el más cercano en lo afectivo, ya sea nuestra pareja, familia nuclear, amistades más íntimas, ese vecino que sale a la misma hora a llevar a los niños al colegio … Y en nuestro entorno más extenso , compañeros de trabajo, conocidos, para la readaptación en el puesto de trabajo, contactos con personas afectadas por la misma enfermedad o pedir consulta con un profesional de la salud mental. En Vida y pérdida estamos para ayudar a todo aquel que necesite aprender a vivir de otra manera a la que estábamos acostumbrados. Proporcionamos apoyo en la búsqueda del mayor bienestar posible dentro de las adversidades que propicia la vida.

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